Publicada en EL DIARIO MONTAÑÉS
El 19 de julio de 2013
Steinbeck se preguntaba por qué el
progreso se ve más que la destrucción. El presidente cántabro si algún ‘bípedo
inteligente’ puede destruir una instalación útil, con un ojo puesto en la
depuradora ilegal de Suances que ansía indultar. La respuesta es rotundamente
afirmativa porque, como dijo Sócrates, el hombre es el mayor de todos los
misterios. Destruye lo útil, lo bueno y lo bello. Distinto debate es si una
persona inteligente puede defender que se quebrante la ley en aras del utilitarismo.
Cuestión que no corresponde resolver al oportunismo político.
Por lo pronto, ‘bípedos’ políticos que
miden su gestión en metros cuadrados de adoquines no tienen reparo en destruir
lo útil, algunos –incluso- exhiben un desenfrenado afán por borrar las huellas
de lo que somos. Véase los jardines de Pereda. Primero los mutiló una rotonda,
y hace nueve años gastamos cinco millones de euros en arrancar la esencia de su
historia centenaria, el encanto de sus frondosas veredas arboladas –desaparecieron
decenas de ejemplares-, hasta su denigración estética como alicatado parque de
urbanización de extrarradio.
Son útiles, pero la Fundación Botín
gastará otros seis en ponerlos a su gusto. Es decir, que después de dos
agresivas reformas, solo conservarán el nombre y, revestidos de
contemporaneidad, se resignarán a ser vestíbulo del edificio Piano. Lo antiguo
se adapta a lo nuevo, y no viceversa.
La estatua triste del pediatra Guillermo
Arce, que velaba los juegos infantiles, está exiliada en Puertochico, en un
ridículo parterre con vistas al aparcamiento subterráneo. Volverán a talar más árboles. Volverán a
mover la zona infantil, el tiovivo, la oficina de turismo. Otra vez bailan las
estatuas. Víctor de la Serna no descansa en paz. Ni la fuente de Concha Espina,
debajo de cuyo monumento –recuerda el historiador José Alberto Abascal- se
enterró en 1924 una caja con un autógrafo de la escritora y un sobre en el que
reza: ‘No se abra, bajo ningún pretexto, antes de un siglo’. Podremos abrirlo
en 2024. Eso, si después de dos cambios de ubicación, conseguimos encontrarlo
en la memoria de aquellos jardines que, mañana, ya serán otros.