El Gobierno de Valencia imparte cursos de milagros. Los
sesenta alumnos admitidos aprenderán a aplicar prodigios marianos –de la
Virgen, no de Rajoy- con los que aliviar la caída al abismo económico y moral
por el que nos precipitamos. Urge que la primera promoción de este singular
curso entre ya en acción, porque sólo un milagro nos separa de la miseria
después de conocer que España tiene la mayor tasa de paro de su historia y que
el Gobierno, tan brioso como siempre en la búsqueda de soluciones, haya
confirmado que seguirá creciendo este año.
En Japón han reaccionado con más rapidez, el ministro de
Finanzas ya ha pedido a los mayores que se den prisa en morir para reducir
gastos. Aquí, en España, aplican el método inverso, primero nos reducen el
gasto en sanidad y medicinas, y así caemos antes; sin necesidad de andar, como
los nipones, apelando a la solidaridad de los ancianos, que es mucho más feo y
reprobable, aunque el fin sea el mismo.
El curso de milagros subvencionado por el Gobierno valenciano
podría fichar como ponentes a algunos expertos en multiplicar los euros como
panes y peces sin necesidad de prédica ni parábola previa, como Urdangarín –a quien,
como hoy se desvela, el asesor del rey ayudó a crear la fundación que evadió
capitales-, la Pantoja y Julián Muñoz, Rato, Teddy Bautista o Díaz Ferrán.
Y otros como el director de la Fundación Ideas, Carlos Mula,
que suspendió en milagros y no ha podido emular, más que con el hilarante
conato de la falsa columnista Amy Martín, la capacidad de estafa de los
corruptos estrella de este país.
Nada se salva. La casa real, los partidos políticos, la SGAE,
la administración pública, la patronal, las cajas de ahorro, el deporte –véase el
tramposo Amstrong-, y hasta la iglesia de la terrorífica Sor María que ayer
emprendió el vuelo a la eternidad, donde compartirá infierno con Pinochet,
Franco y otros camaradas que tampoco purgaron sus pecados en vida.
Claro que, por si acaso los milagros tampoco funcionan, se
imparte otro curso, La creencia en lo
visible y en lo invisible, para discernir si Rajoy ignoraba los tejemanejes
de Bárcenas, o si Mulas no conocía a Amy Martín, como algunas versiones oficiales quieren
hacernos tragar.
Respecto al paro, siempre quedará la posibilidad de que el
popular Bárcenas nos contrate de temporeros en su finca argentina, que dicen
que abulta como tres Barcelonas, para recoger limones y exprimir el zumo amargo
de la corrupción.