Precisamente hoy un antiguo satélite ruso lanzado en 1983 colisionará
contra la Tierra, aunque no nos aplastará porque los científicos creen que se
desintegrará al entrar en contacto con la atmósfera.
Es un poco como las medidas del Gobierno de España que vamos
soslayando con una resignación estúpida y que amagan con servir de algo, para
acabar diluyéndose en la nada cuando atraviesan la barrera de la realidad.
Precisamente hoy España alcanza nueve millones de
pensionistas y casi seis millones de parados y solo 16,3 millones de personas
en activo que encima, ahora, tienen que estar agradecidos aunque la mayoría cobran
menos por trabajar más.
Este es el resultado del remedio fracasado de una reforma
laboral, las feroces políticas de austeridad, la subida de los impuestos y del
suministro eléctrico, el copago farmacéutico, y demás ocurrencias de otro
gobierno a la deriva azotado por la incertidumbre y la inexperiencia.
Ya lo advirtió Tácito, para quienes ambicionan el poder, no
existe una vía media entre la cumbre y el precipicio. Todas las decisiones que
se han tomado hasta ahora han forjado este devastador escenario de teatro de
títeres. Todos los pasos que se han dado nos han conducido a peor. Todo los
esfuerzos, exclusivamente asumidos por los ciudadanos que menos tienen; todo el
sufrimiento que causan estas abusivas e inmorales decisiones no han servido
para nada. O igual si, a lo mejor están sirviendo para sostener un sistema de
desigualdad del que se lucran los de siempre.
Pasan los meses y empeoramos en lugar de mejorar; seguimos
mirando al cielo esperando inútilmente un chaparrón que fertilice el estéril páramo
económico en el que naufragamos, y que al fin prendan los manidos brotes verdes
que solo ven Zapatero y Fátima Báñez, como solo la Virgen se le aparece en este
país a Pitita Ridruejo.
Ibsen decía que buscar la felicidad en la vida es un acto de
rebeldía, algo a lo que no se puede renunciar. Cuando, además, tanta sumisión
no funciona, la solución no es que nos conformemos con seis meses de tarifa
plana para autónomos.
Dicen
que la indignación y la determinación son dos de las grandes emociones que
conducen al cambio. Habrá que empezar a practicarlas.