En
China, el presidente Hu Jintao emplea 50.000 censores para fabricar en los
medios de comunicación la ‘sociedad armoniosa’ que es incapaz de conseguir con
su gestión política. Una ficción que la realidad de cada lector chino desmiente
a diario, pero en la que los poderes públicos perseveran como si ese
trampantojo informativo fuese realmente capaz de esconder las miserias del
régimen.
El
adulterio informativo no es patrimonio exclusivo de los mandatarios chinos. Con
mayor o menor acierto se ensaya en las televisiones públicas de países como el
nuestro, y llega a su máximo exponente en el delirio cotidiano de periódicos
como La Razón donde -como su propio
nombre indica- están para dársela al que manda, sacrificando la realidad en
singulares y estrambóticas portadas que siempre ofrecen una segunda lectura de
la verdad, a menudo con resultados realmente jocosos, fruto de un ardoroso
entusiasmo político que dinamita la barrera del ridículo.
En
España los lectores de periódicos y quiénes les escriben asumimos con demasiada
ligereza que la independencia no existe, y que los medios se limitan a contar
la versión de los intereses que defiende quien los financia.
En
circunstancias notablemente más adversas, los periodistas del semanario chino
‘Nanfang Zhoumo’ se han rebelado contra el régimen y exigen abolir la censura.
La rebelión de las plumas libres ha comenzado en una ciudad del sur de China y
es el mayor desafío contra el aparato de propaganda oficial que se produce
desde que se implantó la dictadura en 1949.
El
Gobierno respondió ayer que en China no existe censura. Tampoco a Camps le
pagaron los trajes. Ni la mortífera carga del Prestige iba a convertirse en una
marea negra de dimensiones descomunales. Ni probablemente Baltar enchufó a más
de cien familiares y conocidos en Galicia. Ni el rey habló con Urdangarín en la
cena de Nochebuena. Ni brota el empleo. Ni la cordura. Ni España va tan mal,
comparada con Uganda. Pero ya se sabe que quienes no quieren ser vencidos por
la verdad, a menudo son vencidos por el error.