El diario francés Le Monde va a
incluir a Belén Esteban en un reportaje sobre fenómenos televisivos del mundo. Disfrazada
de musa gay en la portada de Interviu, el oráculo de San Blas también se traviste
en lo político al afirmar: “Cuando he tenido que ser del PP lo he sido, pero
también he sido del PSOE ¿eh?”. Como si esta bifurcación del ser y no ser, de a
quien quieres más a Rajoy o a Rubalcaba, al Madrid o al Barcelona, a papá o a
mamá fuese una imperiosa dicotomía intelectual en blanco y negro, que la Esteban
resuelve el tablas. Cómo si la ausencia de matices fuera una constante y solo
pudiésemos elegir entre el blanco y negro. Como si Paraguay solo mereciese escoger
entre Lugo y Franco, y Egipto entre Mubarak y Mursi, sin posibilidad de
recurrir a la gama gris, un espectro más amplio y menos polar.
Peor está España, que solo puede
conducirse en una dirección, por la solución fracasada de someterse al dictado
del rescate -que ha disparado la prima de riesgos, ha rebajado a bono basura a
casi todos los bancos- y a una Bolsa que ya solo fluye en vaivén negativo,
contrariamente a la egipcia, cuyos valores se han disparado en positivo con el
anuncio de la victoria electoral. Nadie sabe qué tecla hay que tocar para que
dejen de sonar las alarmas bursátiles, que parecen funcionar al albur de la
casualidad, o impulsadas por los vapores de una nueva variedad de
marihuana, tal vez, oportunamente bautizada con el nombre de un orgulloso Charlie
Sheen.
Tanta perplejidad está
engendrando un tsunami de considerables dimensiones. La OLA de Santander
engullirá 3.196 plazas de aparcamiento más. También contribuirá al maremoto el
IVA de Mariano, que subirá un diez por ciento los impuestos de alimentos,
hostelería y vivienda, dicen que como consecuencia del rescate a la banca.
Ayer mismo Chipre pedía auxilio
y, pese a que Europa no hace más que avivar fuegos financieros con sus
rescates, ahora invoca una intervención militar en Siria, un polvorín más
complicado que las artimañas bursátiles a donde, por cierto, y como
acostumbramos, los civilizados de occidente llegamos mal y tarde.