martes, 3 de julio de 2012

La partícula de Dios


Los científicos llevan años tratando de encontrar la partícula universal, una mota responsable del valor de la masa en el Universo, una brizna bautizada con nombre y apellido -Bosson de higgs- de cuyo hallazgo depende construir nuestra imagen de cómo se creó el Universo. Para ello hacen experimentos con una máquina de sacudir el vacío en busca el origen de la masa de las partículas, el origen de la materia. Y su hallazgo, o no hallazgo, puede inclinar la balanza del debate entre fe y razón. Desentrañar desde el punto de vista científico si el universo responde a un diseño inteligente o todo es casual y caótico. No es de extrañar que la llamen la partícula de Dios.

No creo que estemos preparados para conocer una verdad científica tan severa, tan determinante. Un axioma científico que sacuda nuestra percepción del mundo y de la vida. Puede ser más cómodo habitar este limbo de incertidumbre, donde nos manejamos a oscuras en lo desconocido. Hay enigmas que preferimos soslayar, para no hacernos preguntas desasosegantes.  

Además, los científicos tienen la misión añadida –mucho menos selecta- de revisar algunas primitivas teorías como la existencia de los vampiros. Especialmente después de conocer hoy que en Austria han detenido a cinco personas con diez toneladas de ajos robados en Albacete… mientras se dirigían a Rumanía con este impresionante alijo de antídoto contra los muertos vivientes. Todo eso ocurre hoy, que los presos catalanes se han quedado sin merienda por culpa de la maldita crisis que envejece aún más a la población española, porque desde 2008 nacen menos niños mientras la esperanza de vida sigue al alza.

Mientras el acelerador de partículas se aplica en desentrañar si Dios hizo el universo, Leticia Sabater se desnuda en Interviu para buscar novio, misión que ya emprendió sin éxito alguno en las redes sociales. Hoy es Putin quien se aventura en Facebook, para controlar los debates ciudadanos, si acaso es ya posible ejercer mayor censura en Rusia de la que practica el zar, con el visto bueno de eso que llaman comunidad internacional.