viernes, 16 de noviembre de 2012

No entendemos la vida


Hoy es noticia que hace cinco años dos ancianos de Soria impartieron un master en economía y predijeron que esto iba a acabar muy mal. ‘El hombre que gane cinco duros, que gaste uno. Pero si gana cinco y gasta seis ya se ha jodido la economía’, sentenciaba Isidro. La receta tiene vigencia más allá de la crisis y probablemente es más sensata de muchas de las que sugieren al presidente español su ejército de asesores.

Ahora que la crisis lo ha roto todo muchos se ponen la medalla de haber sido los primeros en avisar del desastre que se avecinaba. Aunque la verdad es que todo tipo de gurús se han visto sobrepasados por la avalancha y dimensión de esta fiera recesión que califican de diferente, que es una forma de justificar que no pueden predecir su evolución porque están tan desconcertados como el resto de los mortales.

Da la impresión de que todos sabemos que nada volverá a ser como antes. Que el sistema económico que pensábamos que nos iba a hacer ricos a todos ha fracasado, y que nadie se atreve a poner el dedo en la llaga y admitir que nunca podremos recomponer los platos rotos ni restaurar nuestro modelo financiero de infelicidad capitalista.

El cantautor Aute cree que cuando nos olvidamos de ser niños y alcanzamos esa ridícula posición en la que ingenuamente nos consideramos maduros, llegan las mayores miserias del ser humano. Se rompen los sueños, la ingenuidad, la ilusión y se evapora toda la efervescencia de los sentimientos a flor de piel porque, entonces, cuando nos asomamos a un mundo virgen todo huele, sabe y penetra más. Respiramos con más fuerza, devorando a bocanadas el presente.

A veces a esta revolución le vence la estupidez de dar sentido a la vida, que normalmente consiste en imitar a los demás, en la mayoría de las ocasiones no los comportamientos más edificantes, sino a los más conservadores y menos audaces. Entonces nos acecha el estúpido deseo de acumular dinero, de ser competitivo y triunfar en la vida, que al parecer solo equivale a sembrar la envidia en los demás, bien sea porque hemos puesto muchos ceros a nuestra cuenta corriente o porque hemos adquirido un completo pack de adosado, hijos, todoterreno, perro, bicicleta y una nevera repleta de porquerías macrobióticas, que ahora ni siquiera podemos mantener.

A Jonh Lennon su madre, como otras muchas, le repetía que lo importante en la vida era ser feliz, eso que no nos acaba de entrar en la cabeza si no va acompañado de suficiente dinero. Un día en el colegio le preguntaron qué quería ser de mayor. “Feliz”, respondió. “No has entendido la pregunta”, le espetó el profesor. “Y usted no entiende la vida”, zanjó el Beatle.

Ojalá estas tempestades nos empujen a quienes padecemos el poder de los mercados financieros a conducirnos por un futuro distinto, en el que no queramos tener, sino ser.