Hoy es noticia que hace cinco
años dos ancianos de Soria impartieron un master en economía y predijeron que
esto iba a acabar muy mal. ‘El hombre que gane cinco duros, que gaste uno. Pero
si gana cinco y gasta seis ya se ha jodido la economía’, sentenciaba Isidro. La
receta tiene vigencia más allá de la crisis y probablemente es más sensata de
muchas de las que sugieren al presidente español su ejército de asesores.
Ahora que la crisis lo ha roto
todo muchos se ponen la medalla de haber sido los primeros en avisar del
desastre que se avecinaba. Aunque la verdad es que todo tipo de gurús se han
visto sobrepasados por la avalancha y dimensión de esta fiera recesión que
califican de diferente, que es una forma de justificar que no pueden predecir
su evolución porque están tan desconcertados como el resto de los mortales.
Da la impresión de que todos
sabemos que nada volverá a ser como antes. Que el sistema económico que pensábamos
que nos iba a hacer ricos a todos ha fracasado, y que nadie se atreve a poner
el dedo en la llaga y admitir que nunca podremos recomponer los platos rotos
ni restaurar nuestro modelo financiero de infelicidad capitalista.
El cantautor Aute cree que cuando
nos olvidamos de ser niños y alcanzamos esa ridícula posición en la que
ingenuamente nos consideramos maduros, llegan las mayores miserias del ser
humano. Se rompen los sueños, la ingenuidad, la ilusión y se evapora toda la
efervescencia de los sentimientos a flor de piel porque, entonces, cuando nos
asomamos a un mundo virgen todo huele, sabe y penetra más. Respiramos con más
fuerza, devorando a bocanadas el presente.
A veces a esta revolución le
vence la estupidez de dar sentido a la vida, que normalmente consiste en imitar
a los demás, en la mayoría de las ocasiones no los comportamientos más
edificantes, sino a los más conservadores y menos audaces. Entonces nos acecha
el estúpido deseo de acumular dinero, de ser competitivo y triunfar en la vida,
que al parecer solo equivale a sembrar la envidia en los demás, bien sea porque
hemos puesto muchos ceros a nuestra cuenta corriente o porque hemos adquirido
un completo pack de adosado, hijos, todoterreno, perro, bicicleta y una nevera
repleta de porquerías macrobióticas, que ahora ni siquiera podemos mantener.
A Jonh Lennon su madre, como
otras muchas, le repetía que lo importante en la vida era ser feliz, eso que no
nos acaba de entrar en la cabeza si no va acompañado de suficiente dinero. Un
día en el colegio le preguntaron qué quería ser de mayor. “Feliz”, respondió. “No has
entendido la pregunta”, le espetó el profesor. “Y usted no entiende la vida”, zanjó el Beatle.
Ojalá estas tempestades nos empujen
a quienes padecemos el poder de los mercados financieros a conducirnos por un
futuro distinto, en el que no queramos tener, sino ser.