jueves, 25 de abril de 2013

Detener la primavera


Podrán cortar todas las flores, pero nunca detendrán la primavera. En eso creía Neruda, pero, desde hace unos años, cada vez menos golondrinas se acercan al balcón de la primavera de Becquer. Los expertos calculan que la mitad que hace veinticinco años. Y dicen que tampoco quedan tantos gorriones. Solo crecen los pobres. Y el invierno. Un tiempo gris de duchas frías y ancianos que desayunan yogures caducados para ir al trabajo que seis millones de parados anhelan. España no está para jugar a la petanca.

Volverán cada vez menos primaveras y un ejército de 1.400 oscuras golondrinas protegerá hoy un Congreso vacío, una victoria ya ganada por quiénes hoy se manifiestan en este escenario, y una muestra más de la escasa fortaleza política de quienes nos representan, que se esconden en el salón de casa atemorizados ante tanta libertad de expresión mientras cohabitan sin escrúpulos con banqueros, narcotraficantes, cuentas en Suiza y comisionistas. A esos no les temen. Los jueces tramitan 1.161 casos de corrupción política y económica, pero sus enemigos somos ciudadanos sin más armas que la voz y la pancarta.

Cada vez a más distancia de la vida de nosotros, tanto que parecen transitar a varios metros del suelo de la realidad. Los investigadores del centro de astrofísica de Harvard creen que dos mundos habitables con grandes océanos orbitan una estrella similar al sol, Kepler 62, en la constelación de Lira, a 1.200 años luz de distancia. En una zona que se llama Ricitos de oro y que podría ser nuestra única esperanza de conseguir otro mundo mejor.

La imperiosa necesidad de movilidad laboral, que dice Báñez –la ministra de Trabajo que no ha trabajado nunca-, ha llevado a una empresa holandesa a emigrar a Marte, para grabar un reality en el planeta rojo donde la audiencia de todo el mundo pueda ver en directo todo lo que pase en la misión. Se buscan concursantes vitalicios, que vivan allí hasta que se mueran. La desesperación ha hecho que broten diez mil voluntarios, tal vez a quienes ya se les ha negado un futuro digno en este planeta. Si ya lo dice Martínez Pujalte, la gente quiere la dación en pago para comprarse otro piso en Marte.