Romería de optimismo

Publicado en EL DIARIO MONTAÑÉS
El 5 de julio de 2013

Las efímeras relaciones laborales del estío, que son como los fugaces romances de playa, han aliviado las listas del paro. En Cantabria hay dos mil desempleados menos. Se va a retirar el mural de Cross. Dicen que nos van a bajar los impuestos. Hannah Arendt se asoma a la pantalla de los Groucho. Estamos cerca de batir el record Guinness con otra rotonda en Prado San Roque. La censurada ‘Metamorfosis’ de Orallo va a despertar de su destierro para iluminar el vestíbulo del Santa Clara, y hasta se ha detenido el alud de vísceras terráqueas que amenazaba con barrer del mapa dos pueblos, desafiando las predicciones tan pesimistas como el tiempo de incertidumbre que padecemos.

Al parecer un optimismo contenido, como el verano que se resiste a conquistarnos, prepara el terreno a las romerías que, extrañamente, en esta región –grado fortaleza económica Grecia- sobreviven con anormal normalidad a las turbulencias de los recortes y a las recetas más austeras del Fondo Monetario Internacional. Ni siquiera la crisis nos salva de una nueva exaltación de los baños de ola donde, en un enigmático homenaje a la tradición valenciana, se va a quemar una falla con el logotipo del Mundial de Vela de 2014. Una silenciosa metáfora del suicido financiero que supone para las arcas públicas esa duna artificial de Zaera, que toma forma en San Martín entre aplausos y vítores, aunque no tengamos ni cómo pagarla, ni esperanzas de amortizarla.


Ciegos de euforia estival incluso, tras una pelea judicial de veinte años, hemos indultado los diez chalets de la Calleja Norte un día antes de que se notificase el derribo de dos de ellos. No se ha tenido la misma compasión con el edificio de Tetuán, barrio donde, por supuesto, los planes de urbanismo se aplican con un rigor nunca visto en el Sardinero, allí donde los hoteles se elevan por encima de sus posibilidades a cambio de una cómoda multa. Alguien dijo alguna vez que una decisión tiene tres pilares: La ley, la moral y la ética. Lástima que muchas de ellas no tengan ni uno solo de estos ingredientes.