PUBLICADA en EL DIARIO MONTAÑÉS
Sobre todas las cosas pueden hacerse dos afirmaciones exactamente contrarias, postula un principio más matemático que moral. Quizá, porque como decía Unamuno, las razones no son más que razones, ni siquiera verdad.
Viernes 24 de mayo de 2013
Sobre todas las cosas pueden hacerse dos afirmaciones exactamente contrarias, postula un principio más matemático que moral. Quizá, porque como decía Unamuno, las razones no son más que razones, ni siquiera verdad.
Se puede defender la fabricación de tabaco en la
factoría de Entrambasaguas y al tiempo financiar campañas para dejar de fumar.
Porque los cigarros, al parecer, matan a quien los fuma y dan vida a quien los
produce. El fin justifica los medios. Ahora
necesitamos fumar para crear empleos, no durar mucho, porque las pensiones
encogen y los ciudadanos, jubilados en especial, son un lastre para el sistema.
Enferman y consumen medicinas, saturan los juzgados con sus demandas contra la
estafa de las preferentes, se resisten a ser desahuciados y ya ni siquiera
tienen obras que mirar. Por eso corre prisa activar el esqueleto de Valdecilla
para ofrecer alguna alternativa a la indignación, más allá de los talleres de
recuperación del suelo pélvico o el tai-chi.
La doble moral utilitarista también se aplica a esa
controvertida técnica del fracking, que es buena para España y mala para
Cantabria. Y, en una inextricable bipolaridad, se rechaza y justifica a la vez
-según en que sillón se siente cada uno- disparar armas químicas al centro de
la tierra para ver si brota un geiser de metano en las praderas de San Pedro
del Romeral. O intentar legalizar cientos de casas ilegales con nuevas leyes
que también han resultado ser ilegales.
En realidad, el ardor maquiavélico da por bueno todo
lo rentable. O incluso –otra muestra de contradicción- lo que no lo es, porque
el otro día nos han confesado que en Cantabria no
hemos ahorrado ni un euro tras retirar la tarjeta sanitaria a 4.810 extranjeros
sin documentación.
Mientras tanto, aquí
estamos, aplaudiendo con entusiasmo el arreglo de la catenaria, que es a lo que
se ha reducido aquel brioso espejismo del AVE, y preparando una romería para
celebrar que hay baldosas nuevas en calle Lealtad.