Publicada en EL DIARIO MONTAÑÉS
El 14 de junio de 2013
Decía Goethe que se tiende a poner
palabras allí donde faltan ideas. Si hay una expresión que se repite es el
manoseado término ‘emprendedor’, un perseverante mantra –hay que emprender- que
hemos de asumir como otra verdad absoluta fracasada más. Como la dinamitada
solidez del sistema financiero español, que resultó estar podrido; o la manida
cantinela de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, cuando la
mayoría –en el presunto esplendor nacional- no fuimos más que mileuristas.
En este presente austero la única
respuesta es hágase emprendedor, un sutil búsquese la vida. Si tiene éxito le
aplaudiremos, para eso hemos creado un centro internacional de emprendimiento; si
fracasa será un daño colateral más de este liberalismo de pacotilla, definía
Baroja, en el que se trabaja más por menos mientras fermentan los parados.
En este país, donde el INEM solo coloca a 1,6 de cada cien
trabajadores, nos empujan a pensar
porque a ellos no se les ocurre nada, salvo algunas inclasificables excepciones. Diez cántabros emigran a
Alemania para hacerse panaderos, la Universidad de Cantabria selecciona
titulados para despachar helados y nos embiste InverCantabria, un laboratorio
de ideas cuyo primer fruto ha sido fabricar quesos con leche cruda.
Un emprendedor es un autónomo de toda la
vida, un trabajador sin derechos laborales. En Cantabria suman cuarenta mil,
muchos perplejos ante esta súbita exaltación del emprendimiento y la
proliferación de terapias de grupo donde dar testimonio de sus iniciativas. La
fe es ya tan firme que en Corvera de
Toranzo han organizado una romería para festejar a San Autónomo y San
Emprendedor.
Pero
el libre albedrío, el emprendimiento, tiene letra pequeña. Todo aplauso a la
iniciativa, a la libertad individual, se disuelve instantáneamente cuando
emprendemos cruzadas que saltan del terreno económico al moral. Todo hombre
tiene propiedad de si mismo, defiende Locke, menos los desahuciados endeudados
de por vida tras entregar su casa al banco. Esos, si emprenden protestas mutan
en antisistema. El liberalismo que pregona la
libertad sin individuos libres. Emprendan con moderación, no se pasen de
listos, que el beneficio de la ignorancia es patrimonio exclusivo de las
ministras.