miércoles, 29 de mayo de 2013

La mala reputación

Los camboyanos esclavizados en los talleres de confección han salido a la calle para reclamar que les paguen diez míseros euros más al mes. La osadía ha sido neutralizada con el mismo método que ya se ha ensayado en España para disolver la indignación: A golpes.  

Dentro de poco tendrán menos trabajo, porque la involución peronista en Argentina ha dado en lanzar una línea de ropa NyP, siglas de Nacional y Popular, el lema kirchnerista. Un pack textil de manufactura nacional con zapatillas, calcetines, pantalón y camiseta, que podrá comprarse a 41 euros, y que es fruto de una enérgica política nacional para uniformar a los descamisados de Evita.

En España dentro de poco se volverá a predicar la caridad para dar limosna a los ciudadanos a quienes ahora se niegan los derechos y que, a no mucho tardar, acabarán sin casa, sin trabajo, sin sanidad, sin poder ir a la universidad y hasta sin camisa.

Entre tanto, el país libra un encendido debate sobre la conveniencia de que los ciclistas lleven casco en ciudad, y se subvencionan las copas en el bar del Congreso a precios de vino de tetrabrick, mientras Carromero, Miguel Ángel Rodríguez, el profesor Neira y hasta la ex de Bisbal revientan alcoholímetros. La cesta de la compra del resto de los ciudadanos está cada vez más cara, y los diputados toman café por 85 céntimos y cubatas a 3,40.

Con estas facilidades etílicas, la caña cuesta solo 95 céntimos, Gallardón se ha encendido y se ha puesto a escribir una nueva ley procesal penal. Embriagado por la destilación de los efluvios del mojito, ha decretado que el juez pueda ordenar a un periódico que no publique noticias sobre un sumario, so pena de iniciar un proceso penal contra el medio de comunicación que viole la gallarda norma. Es más, llega al delirio de que los jueces y fiscales podrán ordenar a acusados y testigos que no hablen con los medios. 
Lo más portentoso es que el ministro dice que estas medidas se toman para defender los intereses de los ciudadanos imputados, esos anónimos que nunca salimos en las portadas. También es casualidad que haya que pensar en los derechos de los imputados precisamente ahora que casi todos son de los suyos: Políticos Gurtel, políticos Bárcenas, políticos metidos a banqueros y constructores metidos a políticos, o viceversa, amén de yernos e hijísimas.
Es cierto, para atenuar tanto escándalo hay que tapar la boca a la prensa. El Banco de España está investigando cómo llegó a manos de El Mundo un correo electrónico sobre la morosidad de la banca. Pretenden abrir un expediente al periódico porque el contenido del mensaje puede afectar al prestigio de la institución. La verdad es que resulta hilarante, y hasta enternecedor, descubrir que aún se creen dueños de una buena reputación. 

martes, 7 de mayo de 2013

Apoteosis de la mediocridad


Miss Grijuela me acaba de proponer la lectura de un extravagante texto que me ha ayudado a comprender muchas cosas. Yo no entendía nada. Suponía que cuando alguien se atreve a dirigir un país a la deriva tendría recursos para no conducirlo a la quiebra o, al menos, sabría que decisiones tomar. Pensaba que eran personas competentes, con una información y conocimientos superiores a la media de los ciudadanos. Mi decepción es que, también estos, solo fortalecen el descrédito de los anteriores. Salvo casos francamente excepcionales somos gobernados por mediocres, para colmo más preocupados por favorecer a las élites que a los ciudadanos.

No puede haber tantos incompetentes en la pirámide: En los sucesivos gobiernos, en las administraciones locales y regionales, al frente de la quiebra de grandes empresas y clubes de fútbol, detrás de la ruina de las cajas de ahorro, en los consejos de administración de constructoras arruinadas, dirigiendo peligrosamente la sanidad pública o editando telediarios.

El artículo que ha descubierto Miss Griju nos ilumina un poco. El profesor García de Leaniz sostiene que esta crisis es una apoteosis de lo mediocre, tanto en la empresa como en la política. Y, al parecer, estamos asistiendo al triunfo de la incompetencia, que es siempre el fracaso de toda empresa y sociedad, revela este señor. Algo habíamos notado.

Las personas con talento –advierte- pueden resultar molestas. Generan cambios, exigen, tienen ideas. Sábato decía que ser original es poner de manifiesto la mediocridad de los demás.
Cuando alguien no es precisamente brillante no tiene iniciativa, ni ideas, y resulta que eso puede ser bueno para determinadas organizaciones porque se dejan presionar por las iniciativas y los intereses de otros, normalmente poderosos, y se tienen menos escrúpulos. Al parecer la estupidez puede llegar incluso a ser productiva. El texto no aclara para quien, si para si mismo -me apunto a ésta- o para el resto.

Tenemos el reciente caso de las ciudadanas Borbón y Mato que se han salvado del cadalso por declararse tontas. Peor paradas han salido Pantoja y Zaldívar, quienes al parecer exhiben una notoria competencia intelectual superior a la de una ministra de España que ahí sigue, para confirmar esta teoría de la mediocridad, una vez reconocida públicamente su minusvalía.

Pero lo peor de todo es que, además, los mediocres se rodean de pelotas. Una mezcla explosiva, imbatible. En España hay 450.000 políticos y sindicalistas (65.130 liberados), y cerca de 20.000 asesores nombrados a dedo. Una élite dirigente que, por supuesto, derrocha talento. No hay más que ver cómo está el país.
Ya lo dijo Euripides, frente a una muchedumbre los mediocres son los más elocuentes.