jueves, 29 de noviembre de 2012

La indigencia del olvido


Ayer su suicidó otro hombre al que estaban a punto de embargar, pero la noticia ya no abre los telediarios porque un concursante de ‘La voz’ anunció anoche en directo que abandona el programa y porque la restauradora del Ecce Homo más borroso del planeta va a dar las campanadas en uno de los canales de Antena 3. El suicidio compite además con gruesos titulares que nos informan de que los médicos han convencido al rey para que siga hospitalizado.

Aún así, quedan tiempo y líneas para ilustrarnos sobre la investigación que se practica en España. Quizá, eso si, no demasiado científica. Pero hoy conocemos que se han hallado restos de Voltarén en peces del Ebro y del Júcar aunque, al parecer, la ingesta de pescado con antiinflamatorio en sus entrañas no genera peligro tóxico alguno para nuestra salud. Cuesta más comprender como han llegado estos medicamentos a la barriguita de las truchas. Pero tal y como está el mal ambiente el Gobierno tienen problemas más severos que resolver, como las nuevas exigencias de que suba aún más el IVA y bajen aún más los despidos. Además, esta circunstancia brinda la oportunidad burlar el copago consumiendo más pescado de río para aliviar ciertos dolores.

Hacienda, que también investiga mucho aunque no en el laboratorio, ha descubierto una trama de contrabando de maquinaria destinada al programa nuclear de Irak que viola el embargo decretado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Y otra investigación realizada por unos psicólogos decreta que los hombres y las mujeres son igual de infieles y que, sorprendentemente, solo el 14% de los hijos no llevan los genes de su supuesto padre.

Tantos descubrimientos ensombrecen un poco la rutina de los conflictos bélicos, distraen de la amarga realidad, que todos los discursos se empeñan en soslayar o en disfrazar de frivolidad para que así –dicen los ingenuos- sea más llevadero.

Así las cosas, ya no es noticia que un desahuciado se tire por la ventana porque ahora puede vivir en otro piso, asegura el Gobierno, pagando entre 150 y 400 euros. Si es que los tienen, y si la deuda que les queda con el banco una vez entregado el piso se lo permite. Náufragos en la indigencia del olvido.