jueves, 10 de enero de 2013

No somos responsables


Nietzsche, que era un cenizo, decía que la esperanza es el peor de los males del hombre porque prolonga el tormento. Pero a la vista de las actuales circunstancias quizá conviene que asumamos cuanto antes que la crisis no nos ha empobrecido a todos por igual y, sobre todo, que no hay justicia para los malvados que la han provocado. Quienes ingenuamente confiamos en la ley, y en que todos somos iguales ante ella, efectivamente, militamos con perseverancia en una dolorosa e inútil realidad.
Los ciudadanos podemos alimentar la esperanza de que los culpables de la crisis pagarán por ello, que se frenará el despilfarro de dinero público, que habrá menos asesores, menos dietas y menos prebendas, que se acabaron los cargos a dedo para los familiares y afines.
Podemos prolongar el tormento hasta el infinito en un candoroso ejercicio de ingenuidad colectiva. Algunos de nosotros incluso hemos llegado a creernos que alguna vez vivimos por encima de nuestras posibilidades, solo porque un día fuimos mileuristas.
Nos envenenan de su codicia, nos estafan y luego nos ofrecen como corderos en encendido sacrificio a los dioses bursátiles para expiar sus propios pecados con nuestra penitencia.
Así funciona esta noria donde el estado, la justicia, hacienda, los bancos, las eléctricas y hasta las compañías telefónicas nos dominan, fiscalizan y tiranizan, mientras la élite que las gestiona queda exenta hasta de la austeridad que tanto predica. ¿O acaso la Seguridad Social nos trata igual a nosotros que a los clubes de fútbol a quienes no embarga a pesar de sus escandalosas deudas? ¿va a responder con su patrimonio quien ordenó construir el aeropuerto sin aviones de Castellón? ¿se van a rescatar ciudadanos igual que se rescatan bancos?
226 políticos y funcionarios han sido indultados en la última década. De ellos, 25 por prevaricación, 107 por malversación de causales públicos y 16 por cohecho. Pero no se deje influir por las cifras, que todos somos iguales ante la ley.

Alimentar la esperanza de que se depurarán responsabilidades y se hará algo más que aplicar algunos paños calientes al sistema es prolongar el tormento. Ellos viven en la impunidad, mientras el resto naufragamos en la legalidad de los embargos, los copagos y las preferentes respirando toxinas mercantilistas y tragando ponzoña de austeridad.

Al menos, no se sienta usted responsable de este estercolero financiero, del fracaso del sistema. Porque no lo es. Contra lo que nos dicen, el 80% de la deuda española ha sido generada por las entidades financieras, ni siquiera por las administraciones públicas. Y solo una mínima parte corresponde a los ciudadanos como usted y yo, que con excesivo júbilo y reprobable inmoralidad arruinamos España con nuestros mil euros al mes.