martes, 30 de abril de 2013

Hormigas bajo sus pies


Los Leticios se exhibieron ayer en el país naranja como si la vida fuese un cuento de princesas. Algunas de ellas persisten, incluso, en la atávica costumbre de lucir corona. La nuestra, para menos acierto, hoy es portada de la prensa porque ha resucitado del baúl de los recuerdos la que fue forjada por Franco, para lucirla en un país donde sintonizar con dictaduras penaliza, no como en España donde los crímenes de la misma nunca han sido juzgados, y verdugos y víctimas fueron y son obligados a convivir.

Con la que está cayendo, llevar sobre la cabeza la marca Franco no parece la mejor propaganda para la marchita España; mucho menos indicado, además, en un país que ni siquiera permite que el padre de su nueva reina, Máxima Zorreguieta, exministro de la dictatura argentina de Videla, pise suelo holandés.

Claro que hace solo unos días, la gran defensora de las libertades individuales, María Dolores de Cospedal, se ha ido, en representación del PP, de viaje a China, país por todos sabido extremadamente respetuoso con los derechos humanos y la democracia. Viajó en compañía del ideólogo González Pons que compite con Floriano como instructor intelectual de un partido que, paradojas de la vida, combate el bolivarismo mientras se abraza al comunismo amarillo. Al viaje lo califican de ‘intercambio institucional’ con un país muy necesario para España, justifican. Pasa con demasiada frecuencia, que se nos acaban los escrúpulos en cuanto nos enseñan la cartera.

Ayer, además, nos permitimos otros dos lujos: Presumir ante el mundo de tener el mejor restaurante del mundo y jubilar con una generosidad sin precedentes al mandamás del banco rojo de Botín, condenado por estafa, Alfredo Sáenz, a quien se agradecen los servicios prestados con un fondo de pensiones de 88 millones de euros.

También ayer Bruselas vetó tres pesticidas que afectan a la población de abejas. Solo es de desear que la Comisión Europea tenga la misma sensibilidad con los ciudadanos y vete muchas prácticas que nos hacen cada día más pobres e indefensos. Al fin y al cabo, como dice el escritor Ramiro Pinilla, somos hormigas bajo sus pies.