lunes, 21 de mayo de 2012

La reina de África


Rajoy y Merkel han tenido su peculiar travesía fluvial en Chicago a bordo del ‘First lady’, emulando así ese recorrido emocional que Bogart y Herpburn dibujaron a bordo del ‘Reina de África’; aunque en esta ocasión los protagonistas no sorteaban meandros huyendo de las tropas alemanas, sino que el actor masculino protagonizaba un codiciado encontronazo con el máximo mando alemán mecido en el cascarón de una góndola contemporánea.

Alemana y español se han repartido los papeles de aquella fascinante aventura en la que dos seres antagónicos forzados a convivir derriten su carácter en uno de los duelos amorosos más potentes de la pantalla grande. Ángela era Bogart y Rajoy la Herpburn. Rudo capitán y puritana misionera. Y el final no ha sido el mismo, aunque en la travesía de Michigan alguno haya querido tratar de cambiar los papeles.

Todos esos hombres que dirigen el mundo no son más que polichinelas mariposeando como juveniles pretendientes el corazón de Ángela, blindado tras un acerado estoicismo ultraliberal. Pero nuestro Mariano, poco ducho en el papel de galán, ha tenido que suplicar una cita a su amada a lo antiguo. Durante hora y media navegaron por el río Michigan. Más tradicional, imposible. Rajoy trató de tranquilizar a Merkel pronunciando una de sus inquietantes frases: “Haremos lo que hay que hacer”, una de esas sentencias que nos dejan sometidos al limbo de incertidumbre en el que habitamos desde hace ya demasiados meses, aún siendo conscientes de que los pronósticos económicos son como la meteorología en el norte. Impredecibles.

Rajoy trata de rentabilizar la travesía en el ‘First Lady’ presentándole a la germana sus credenciales, le dice que España ya ha hecho los deberes y que, ya que sigue sus recetas al pie de la letra, debería corresponderle con más cariño. Pero, ella, como una jovencita caprichosa, desdeña las ofrendas económicas del amado. Y a lo mejor le viene a la mente esa ley de transparencia, por ejemplo, que hace Rajoy cuya principal cualidad es ser opaca. O esa negativa, que tanta confianza inspira a los mercados, de no depurar responsabilidades en Bankia. O el hecho de que Rajoy haya dicho que va a someter a los bancos a controles profundos, confirmando así que hasta ahora no se ha hecho, por cuanto todavía nos pueden esperar algunos desagradables rescates más.

El hecho de que con otros se reúna formalmente y, con Rajoy, de paseo por el río, acentúa el papel del español como el pretendiente que corteja a la gran dama y le suplica que le permita declararse, mientras aquellos aspirantes con mayores posibilidades confabulan alrededor de una mesa –redonda- concibiendo nuevas torturas para los esclavos de la parodia financiera europea.

En cualquier caso, se hace tarde, y más allá de las conclusiones cortesanas –que diría Peñafiel- sobre el resultado del paseo fluvial de algunos diarios españoles, ya va siendo hora de que la maestra apruebe al aplicado alumno, y de que el servilismo económico financiero de España hacia Alemania reciba, al menos, unas palabras de aliento de su mentora.

“Si tienes un mensaje para alguien no se lo das en un barco”, comentó un diplomático al acabar la travesía. A menos que sea de amor. Esperemos, pues, que el paseo de Katharine y Humphrey fructifique. Ya lo dice Gandhi, hay que tener paciencia. Primero te ignoran, después se ríen de ti, después te pegan, y al final ganas. Solo nos queda por resolver en qué fase se encuentra la relación entre los tripulantes del Reina de África.