lunes, 3 de septiembre de 2012

Difuminados por el absurdo


Resulta absurdo que para soslayar mentalmente esta vuelta al cole tan amarga hoy estemos más pendientes de la tristeza de Ronaldo que de los desahucios, el paro, el IVA y la prima de riesgo. Hoy dicen los periódicos que Alemania cree que Rajoy se equivoca de prioridades. España también. Acaso él constituye ya la única excepción y nos conduce como un perro pastor ciego y desorientado hacia el fondo del precipicio económico en el que vivimos permanentemente precipitados.
Dicen que Mariano se confunde al presionar para que baje la prima de riesgo, en lugar de bajar el paro con alguna de esas recetas mágicas que dijo tener para ganar las elecciones, y que han resultado una fórmula inversamente proporcional al objetivo inicial.
Quizá por ello, en una irracional huida hacia delante, no ve más solución que echar leña al fuego en una desconcertante espiral del ridículo. Y resulta que, por ejemplo, vamos a poner más controles -y a tratar como estafadores- a quiénes cobran 400 euros que a los políticos metidos a banqueros que se blindan contratos y pensiones millonarias. Mientras a determinados funcionarios se les paga con dinero público sanidad privada –véase el Ayuntamiento de Santander que emplea 1,2 millones de euros en cotizar al Igualatorio por sus empleados-, al resto de ciudadanos se les recortan prestaciones, medicinas y asistencia. Y, puestos a aliñar esta ensalada de despropósitos, Mariano incrementa el IVA, para que si ya nos daba miedo consumir, ahora el pánico a los números rojos lo reduzca a la mínima expresión.

El sentimiento de inutilidad de este estado de derecho y social tan ponderado por los teóricos se extiende al resto del mundo. Europa se afana, con poca intensidad y menos éxito, en controlar un poroso embargo de armas a Siria, mientras desperdicia energía en  garantizar que ninguno de nosotros se suba a un avión con más de cien mililitros de aceite de almendras dulces o tónico facial.

Creo que es una profecía: Después de la era Mariano vamos a quedar de difuminados como el Ecce homo de Cecilia, borrosos, desdibujados. No nos van a conocer en Europa. Estamos en camino. El rey da un manotazo a su chófer, un diputado popular las pasa canutas con cinco mil euros al mes y resucitamos el impropio debate de la segregación de los alumnos por sexo mientras estallan las esperanzas de la primavera árabe con la imagen de una mujer con velo presentando por primera vez el telediario en Egipto.

La distracción alternativa que nos ofrecen es peor: Bolinaga o Bretón. Al final se comprende que miles de españoles vivamos hoy pendientes de un folletín futbolístico, la realidad paralela de la fingida melancolía de Ronaldo.

La mejor noticia del periódico es que nos espera una semana anticiclónica, aunque de momento, que raro, parece una de las predicciones de Rajoy, porque avanza la mañana y aún no ha salido el sol.