Resulta absurdo que para soslayar
mentalmente esta vuelta al cole tan amarga hoy estemos más pendientes de la tristeza
de Ronaldo que de los desahucios, el paro, el IVA y la prima de riesgo. Hoy
dicen los periódicos que Alemania cree que Rajoy se equivoca de prioridades. España
también. Acaso él constituye ya la única excepción y nos conduce como un perro
pastor ciego y desorientado hacia el fondo del precipicio económico en el que
vivimos permanentemente precipitados.
Dicen que Mariano se confunde al
presionar para que baje la prima de riesgo, en lugar de bajar el paro con
alguna de esas recetas mágicas que dijo tener para ganar las elecciones, y que
han resultado una fórmula inversamente proporcional al objetivo inicial.
Quizá por ello, en una irracional
huida hacia delante, no ve más solución que echar leña al fuego en una desconcertante
espiral del ridículo. Y resulta que, por ejemplo, vamos a poner más controles -y
a tratar como estafadores- a quiénes cobran 400 euros que a los políticos
metidos a banqueros que se blindan contratos y pensiones millonarias. Mientras
a determinados funcionarios se les paga con dinero público sanidad privada –véase
el Ayuntamiento de Santander que emplea 1,2 millones de euros en cotizar al
Igualatorio por sus empleados-, al resto de ciudadanos se les recortan
prestaciones, medicinas y asistencia. Y, puestos a aliñar esta ensalada de
despropósitos, Mariano incrementa el IVA, para que si ya nos daba miedo
consumir, ahora el pánico a los números rojos lo reduzca a la mínima expresión.
El sentimiento de inutilidad de
este estado de derecho y social tan ponderado por los teóricos se extiende al
resto del mundo. Europa se afana, con poca intensidad y menos éxito, en controlar
un poroso embargo de armas a Siria, mientras desperdicia energía en garantizar que ninguno de nosotros se suba a
un avión con más de cien mililitros de aceite de almendras dulces o tónico
facial.
Creo que es una profecía: Después
de la era Mariano vamos a quedar de difuminados como el Ecce homo de Cecilia, borrosos,
desdibujados. No nos van a conocer en Europa. Estamos en camino. El rey da un
manotazo a su chófer, un diputado popular las pasa canutas con cinco mil euros
al mes y resucitamos el impropio debate de la segregación de los alumnos por
sexo mientras estallan las esperanzas de la primavera árabe con la imagen de una
mujer con velo presentando por primera vez el telediario en Egipto.
La distracción alternativa que
nos ofrecen es peor: Bolinaga o Bretón. Al final se comprende que miles de españoles
vivamos hoy pendientes de un folletín futbolístico, la realidad paralela de la
fingida melancolía de Ronaldo.
La mejor noticia del periódico es
que nos espera una semana anticiclónica, aunque de momento, que raro, parece
una de las predicciones de Rajoy, porque avanza la mañana y aún no ha salido el
sol.