miércoles, 21 de noviembre de 2012

La burbuja navideña


Un mártir convertido en verdugo, Israel, vomita fuego y dolor contra la población palestina de Gaza ante la mirada impávida escondida en la vergüenza del resto del mundo. Parapetados en el frágil escudo de nuestras propias miserias y fracasos, desde España y desde Europa, asistimos con reprobable timidez al encono de un conflicto al que estamos acostumbrados a asomarnos a través de la prudente distancia del escaparate de la prensa internacional. Con esa extraordinaria tibieza con la que ya asistimos al conflicto en Siria, donde ya ni siquiera ejercemos como espectadores críticos.
No podía ser más oportuno. Mientras Israel revienta Gaza con un ejército de misiles, el Papa Benedicto prefiere mirar a Cisjordania y ha desahuciado de Belén a la mula y al buey, lo cual en medio del recrudecido conflicto bélico no deja de ser una absoluta frivolidad. El sumo pontífice desvela que la Natividad católica está llena de anacronismos y errores y parece dispuesto a arruinar la iconografía de los nacimientos de medio mundo.
Todo se desmorona, ahora también estalla la burbuja religiosa y la austeridad se contagia a los belenes. Este año no habrá ni mula ni buey y también se recortarán los villancicos, porque los pastores –dice Benedicto- tampoco celebraron con cánticos el nacimiento del hijo de Dios. La estrella que iluminó el cielo fue simplemente una supernova fechada entre los años siete y seis antes de cristo, que es cuando se presume que realmente nació Jesucristo, por lo que hasta la fecha del natalicio es incorrecta. Y, resulta que, además, la adoración de los Reyes Magos puede ser fruto de la imaginación de San Mateo, así que hasta los regalos de la fiesta de la epifanía pueden borrarse con esta repentina crisis de ascetismo navideño.
Vamos, que ahora resulta que también hemos montado el Belén por encima de nuestras posibilidades.