lunes, 4 de febrero de 2013

Un país de confeti

En la televisión alemana los mendigos presentan la información meteorológica. Dicen que es una iniciativa para concienciar a los ciudadanos de las dificultades que atraviesan las personas sin techo.
En la televisión española, a los pobres se les muestra todos los días en el escaparate del informativo los millones de euros que han trincado los corruptos nacionales; producto de este país que ya no necesita aeropuertos ni Aves porque los pájaros transitan por las alcantarillas de la economía sumergida.

Patriotas de boquilla que en público defienden con ardor una España grande y única saquean sin pudor las arcas públicas, ponen el cazo a cambio de adjudicar a dedo los contratos de las administraciones, cobran todos los sueldos que pueden del estado, colocan familiares y amigos, se llevan sacos de dinero con destino a Zurich, evaden capitales a paraísos fiscales, privatizan servicios para gestionarlos desde sus empresas privadas.

Son quienes nos estrangulan con sus injustas políticas de austeridad, nos exigen esfuerzos que no comparten, nos exprimen fiscalmente, nos hacen pagar más por menos, nos suben todos los impuestos, nos obligan a costearnos las medicinas y la justicia y, por supuesto, nos intoxican pregonando que la culpa de la crisis la tenemos todos.

Están en la CEOE, en la SGAE, en Baleares, en Andalucía, alrededor de la Casa Real y en el epicentro de un gobierno derrocado por falta de credibilidad que se retuerce como un animal herido arrojando inútiles querellas a diestro y siniestro.

Han fortalecido la marca España, que ahora ya no es un país de pandereta, sino que se ha rebajado a confeti, desde que la ministra Ana Mato se gastó 4.680 euros en el de la fiesta de cumpleaños de su hija que, como sus vacaciones y viajes, sufragó la trama Gürtel durante años. No hace falta que dimita, según Rajoy todos comprendemos por lo que está pasando, por eso a su ex marido, Jesús Sepúlveda, imputado en el mismo caso, le siguen pagando un sueldo en Génova. Este es el hombre al que no le iba a temblar la mano contra la corrupción.

No se han dado cuenta de que tenían un Jaguar en el garaje de casa, viajaban gratis en Business sin pagar los billetes y dirigían una organización en la que el tesorero se hacía de oro sin que ellos se enterasen. Con estas capacidades para la gestión no extraña que España navegue hacia la quiebra; si no pueden conducir con honestidad y rigor el Partido Popular, poco podemos esperar que hagan con un país entero.

Para colmo Mariano lleva días buscando los papeles de Hacienda y pronunciando sus inquietantes frases, como hoy en Berlín, que acentúan aún más nuestra incredulidad: “Todo lo que se ha referido a mi y a mis compañeros es falso, salvo alguna cosa”. Y ya delira como el Caudillo y sus conjuras judeo masónicas, achacando los papeles de Bárcenas a una conspiración para acabar con él, con el PP y con España. Más bien sus detractores piensan: O acabamos con Rajoy, o Rajoy acaba con España. Eso sí, entre populares anda el juego y a Mariano -no disparen al mensajero- algunos de los suyos se le quieren fagocitar.