lunes, 11 de junio de 2012

La manzana envenenada


Veinte horas antes del rescate el Casino de Santander estallaba en un jubiloso espectáculo de luz y color azotado con fuegos artificiales, discursos políticos y copas de cava; una metáfora estética de una ciudad que sigue mirándose el ombligo mientras el país es absorbido por el vórtice financiero del todopoderoso eurogrupo. Suena la música mientras el océano de hielo acecha nuestro transitar por el bosque oscuro de las manzanas envenenadas.

Mientras todo se derrumba, aún nos quedan los eufemismos –operación de crédito,  ‘lo de ayer’, fortaleza del euro- de los que se ha abusado en exceso este fin de semana para tratar de ocultar una realidad incómoda: Que Europa tiene que salvarnos de la ruina con 100.000 millones de euros, más de lo que suman juntos los rescates de Portugal e Irlanda. Y que ese dinero -que necesitamos por culpa de la mala gestión de la banca- nos salpica a todos los españoles, a quienes nunca nos salpicaron los beneficios ni los sueldos de 400.000 euros ni los blindajes de catorce millones de euros que están en el bolsillo de los gestores de las cajas de ahorro. Y que no van a salir de ahí, porque el presidente del Gobierno, un débil y temeroso Rajoy -a cuyo nombre ya no puede unirse la cualidad de líder- no se atreve a exigir el retorno del dinero perdido ni las correspondientes responsabilidades. Tampoco se atrevía a dar la cara, hubo que forzarle desde el sentido común, aunque finalmente su comparencia resultó peor que el silencio.

Podemos elegir negar el rescate, como algunos antes se aplicaron a negar la marea negra del Prestige, o la autoría de los atentados del 11-M con catastróficos resultados desde el punto de vista de la evidencia.

Pero ya que no nos salvan, por lo menos que no nos mientan. Que se pongan a trabajar para que esta ayuda financiera, como ha pasado en Grecia, no se convierta en una soga al cuello de los españoles por el brutal esfuerzo económico que puede suponer a partir de ahora las condiciones para su devolución –dicen que 30 años al 3%- y, sobre todo, para dominar el déficit que genera esta inyección.

De España han huido en un mes más de 60.000 millones de euros; los pasajeros de primera clase ya tienen bote salvavidas. A los de segunda, nos van a entretener con la reposición en la televisión de ‘El hombre y la tierra’ mientras nos llega el agua el cuello.