El dolor siempre produce memoria.
De los periódicos que he leído, solo esta frase ha capturado mi
atención. La ha pronunciado el artista expresionista José María Sicilia que
inaugura exposición en la galería de Soledad Lorenzo. No coincido con ella pero
me ha hecho pensar, después de soslayar estériles debates Bolinaga, dubitativos rescates
del naufragio económico que se demoran, la recurrente espiral independentista o
las actualizaciones de los trinques de Urdangarín.
Creo que hay dolores que se
olvidan y alegrías que permanecen inmutables en el recuerdo. Porque somos el
resultado de esa singular convivencia entre los dos extremos emocionales. Podemos
resucitar dentro de nosotros las lágrimas y la risa, aunque siempre hay quien se
adhiere a una vocación pesimista que le lleva a torturarse evocando solo malos
recuerdos. Roger Moore, por ejemplo, es de los que no olvidan el dolor. Lo
acaba de demostrar, destrozando –de paso- la potente imagen de James Bond. El
actor acaba de confesar que ha sido víctima de violencia conyugal porque su primera
mujer le golpeaba con una tetera. Cuesta asimilar que 007 no fuese capaz de
defenderse ante tan singular y británico ataque.
Dicen que somos capaces de
almacenar en el cerebro el equivalente a diez billones de páginas de
enciclopedia. Cada uno decide de qué, aunque la mente humana es caprichosa y
recordamos con mayor facilidad cosas absurdas e inútiles antes que aquellas que
nos esforzamos por retener. Yo, por ejemplo, creo que no podré olvidar esta anécdota
de James Bond, por lo insólita que me resulta.
Los señores de prodigiosa memoria
que citan y citan son un aburrimiento, porque repiten y no piensan, no fabrican
sus propias reflexiones. La memoria, además, hace creerse listos a quienes la ejercitan,
aunque la capacidad de almacenar información no garantiza que sepamos
procesarla. Esto es, no nos hace inteligentes. Aunque el extremo contrario
tampoco. La ausencia de memoria nos embrutece, nos coloca una y otra vez en los
mismos abismos, los mismos puentes, los mismos bucles. Eso que, sin saberlo,
nos hace reproducir una y otra vez los mismos escenarios, como el dèja vu permanente que nos tortura desde
las páginas de la actualidad.
Hoy han descubierto una
plantación de marihuana al lado de unas colmenas de abejas en Soba. Me parece
que vamos a necesitar un poco de esa miel para resistir el invierno.