jueves, 13 de septiembre de 2012

Dèja vu


El dolor siempre produce memoria. De los periódicos que he leído, solo esta frase ha capturado mi atención. La ha pronunciado el artista expresionista José María Sicilia que inaugura exposición en la galería de Soledad Lorenzo. No coincido con ella pero me ha hecho pensar, después de soslayar estériles debates Bolinaga, dubitativos rescates del naufragio económico que se demoran, la recurrente espiral independentista o las actualizaciones de los trinques de Urdangarín.

Creo que hay dolores que se olvidan y alegrías que permanecen inmutables en el recuerdo. Porque somos el resultado de esa singular convivencia entre los dos extremos emocionales. Podemos resucitar dentro de nosotros las lágrimas y la risa, aunque siempre hay quien se adhiere a una vocación pesimista que le lleva a torturarse evocando solo malos recuerdos. Roger Moore, por ejemplo, es de los que no olvidan el dolor. Lo acaba de demostrar, destrozando –de paso- la potente imagen de James Bond. El actor acaba de confesar que ha sido víctima de violencia conyugal porque su primera mujer le golpeaba con una tetera. Cuesta asimilar que 007 no fuese capaz de defenderse ante tan singular y británico ataque.

Dicen que somos capaces de almacenar en el cerebro el equivalente a diez billones de páginas de enciclopedia. Cada uno decide de qué, aunque la mente humana es caprichosa y recordamos con mayor facilidad cosas absurdas e inútiles antes que aquellas que nos esforzamos por retener. Yo, por ejemplo, creo que no podré olvidar esta anécdota de James Bond, por lo insólita que me resulta.

Los señores de prodigiosa memoria que citan y citan son un aburrimiento, porque repiten y no piensan, no fabrican sus propias reflexiones. La memoria, además, hace creerse listos a quienes la ejercitan, aunque la capacidad de almacenar información no garantiza que sepamos procesarla. Esto es, no nos hace inteligentes. Aunque el extremo contrario tampoco. La ausencia de memoria nos embrutece, nos coloca una y otra vez en los mismos abismos, los mismos puentes, los mismos bucles. Eso que, sin saberlo, nos hace reproducir una y otra vez los mismos escenarios, como el dèja vu permanente que nos tortura desde las páginas de la actualidad.

Hoy han descubierto una plantación de marihuana al lado de unas colmenas de abejas en Soba. Me parece que vamos a necesitar un poco de esa miel para resistir el invierno.