viernes, 21 de septiembre de 2012

Salvemos lo innecesario


La crisis no vence lo prescindible y arremete contra lo urgente. Hoy desembarca el emperador Carlos V en Laredo, y será recibido con más honores que los políticos cántabros en el acto de apertura del curso universitario donde, al parecer, han probado en directo las amargas mieles del desencanto ciudadano con el sonoro abucheo de un centenar de estudiantes.

Los ciudadanos normales -no se precisa un coeficiente extraordinario- no acertamos a desentrañar la paradoja de que en este país tenemos dinero para recrear oropeles imperialistas de cartón piedra y no para sostener la educación o la sanidad.
Esta desasosegante sensación de recelo sobre el cuestionable empleo del dinero público planea sobre nuestras humildes cabezas cada día, nada más despertar a la crisis con la primera luz de la mañana. Y la impresión se agrava a medida que las caducas hojas de realidad del periódico caen sobre nosotros como pesados ladrillos de desesperanza.

Otra vez nos predican austeridad, mientras las camas de geriatría vuelven al hospital de Liencres, donde estaban hace dos años y desde donde se trasladaron a la Residencia Cantabria, para lo que se acometió una costosa rehabilitación de la octava planta ahora inútil, por este caprichoso vaivén de los políticos de turno; quiénes luego pretenden hacernos creer que van a ahorrar en euro por cada merienda de café con leche y cuatro galletas que no se tome un enfermo.

Ayer, a esa misma hora, cuando los pacientes de los hospitales cántabros mojan la gravosa galleta –a la Consejería de Sanidad le cuesta cada una 20 céntimos, dicen-, en el Congreso se aprobaba un crédito de 1.782 millones de euros para comprar armamento militar. El ministro del ramo argumentó que “la industria de defensa es necesaria y genera riqueza” entre ellas, a la suya, a la empresa de la que el señor Morenés cobró hasta antesdeayer.

La perspectiva no mejora en la sección de economía porque, al parecer, el señor Ambrosio todavía sigue apegado al sillón de la extinta Caja Cantabria, cuando fue cesado en mayo y además tiene que devolver 120.000 euros en dietas que no tenía que haber percibido. Al parecer, no es una prioridad y el consejo de Liberbank ha postergado la decisión, para que siga cobrando sin merecerlo -se deduce- y exhibiendo sin pudor una vez más esa falta de notorio control sobre el dinero en las cajas de ahorro que nos ha dejado como estamos.

No aprendemos. Otra política presidirá desde ahora la Comisión Nacional del Mercado de Valores, la diputada popular Elvira Rodríguez, sin duda un nombramiento que garantiza la tan ponderada y nunca respetada independencia en las instituciones y organismos económicos.

El ministerio de Wert, por su parte, va a gastar 500.000 euros para hacer el enésimo estudio sobre la apertura de las Cuevas de Altamira, mientras el Gobierno pretende reventar el subsuelo cántabro en busca de petróleo con las infiltraciones del fracking.

Cáritas atiende ya a un millón de personas, a quienes el estado no protege ni ayuda porque está muy ocupado en los anteriores menesteres. Incluso Woody Allen, que se estrena hoy en las pantallas, ha sido seducido por el fascinante mundo de la subvención, y solo rueda en Europa por encargo del gobierno de turno spots propagandísticos que, aún así, siguen mereciendo asumir la subida del IVA en el precio de la entrada.

Por cierto, ayer robaron el cepillo de la iglesia de La Asunción de Torrelavega en plena misa. Se llevaron la hucha, que pesa más de veinte kilos y solo tenía cuatro euros. Ni que el golpe lo hubieran preparado desde algún consejo de ministros o de administración.