viernes, 5 de octubre de 2012

'Modular' a los políticos


El partido de Gobierno dice que el juez Pedraz es un indecente pijo ácrata, por afirmar que la clase política está en decandencia –si no lo estaba, ya lo está tras pronunciar estas descalificaciones ayer un diputado del PP-, y por no imputar a los cabecillas del 25-S que es, en origen, el verdadero problema de estos señores: Que el auto del magistrado no les ha dado la razón.

Las sentencias y pronunciamientos judiciales hay que acatarlos con independencia de la satisfacción personal que nos producen. Se puede discrepar de ellos, pero no con esos términos tan soeces, desacreditando al juez en vez de rebatir los argumentos del auto, porque se corre el riesgo de incurrir en lo mismo que se pretende denunciar.

Más grave es el hecho de que la crítica salga por boca de un señor –el diputado del PP Rafael Hernando- conocido ya por su comportamiento poco edificante, como puso de manifiesto cuando hace unos años, en 2005, intentó agredir a Rubalcaba al término de una comisión parlamentaria.

Pero lo realmente alarmante es que el vodevil pone en evidencia el escaso respeto del actual Gobierno por la división de poderes del Estado. Hasta tal punto, que el ministro del Interior y la delegada del Gobierno desde el minuto cero imputaron públicamente -por su cuenta y riesgo- de un delito contra las instituciones del Estado a los cabecillas del 25-S que, finalmente, el juez –el único que tiene potestad para hacerlo- dictó que no era tal, con una serie de argumentos que ahora se esconden tras esa alusión, probablemente poco adecuada pero a la vista está que certera, sobre la decadencia de la clase política.

Así, durante estos días, los poderes ejecutivo y legislativo –concretamente el señor Hernando, depositario de la soberanía nacional de la que tanto presume desde su escaño- han interferido con increíble y absoluto desparpajo en decisiones que atañen al poder judicial, sobre el que intentan influir con un descaro impropio de un país democrático.

Para aderezar aún más el sainete, la presunta defensora del Pueblo –también del Partido Popular- la ex ministra Soledad Becerril, se estrena pretendiendo actuar contra el juez. Lo que pone en evidencia que aún no se ha estudiado con el debido rigor las competencias de su cargo y, por tanto, desconoce que su deber es defender los derechos de los ciudadanos, no los intereses políticos del gobierno de turno o de la clase política.

En boca de Hugo Chávez, los calificativos intimidatorios que lanzó ayer el diputado popular al juez de la Audiencia Nacional, serían un escándalo internacional. Lo cierto es que coloca una vez más en el escaparate del ridículo y el descrédito a toda la clase política que hoy le aplaude con calculado corporativismo, puesto que todos naufragan en el mismo mar.

Guindos se cae del idem y dice ahora que España no necesita un rescate, el alcalde de Noja dice que su sueldo de dos mil euros es lo que cobra una asistenta, Roma prohibe comer y beber en las calles del casco histórico y los obispos se manifiestan por la unidad de España. Y, ojo, que lo mismo mañana 'modulan' a Pedraz y se acaba la rabia.