lunes, 8 de octubre de 2012

Un país no es una patria


‘Votar por mí es votar por la patria’. Hugo Chávez, el cuestionado líder venezolano, ha enarbolado esta aparatosa bandera nacionalista para enfrentar la batalla electoral finalmente vencida, que deja un país quebrado entre el amor y el odio a un personaje cuyas excentricidades, retirado Fidel, conquistan la atención mundial.

Chávez rubrica un ejercicio de absolutismo patriótico que capitaliza para si el concepto de nación, en una mímesis irracional que identifica patria y salvador en una única persona, que casualmente es él mismo. El único caudillo capaz de defender la patria, que no es exactamente lo mismo que el país. Viene a ser algo así como la tenue pero existente distancia semántica entre el pueblo o el vecino enfrentado al concepto de ciudadano.
Una patria es más que un país, porque es un pedazo de tierra capitalizado por unos patriotas imbricados en él por la fuerza de un golpe emocional –heredado o aprendido-, un laberinto de pasiones larvadas en unas constantes, unos símbolos que les hacen iguales. La patria es espíritu, que decía Maeztu.

Para otros existen los países, no las patrias. El territorio que habitamos entre veredas y océanos sobre un mapamundi donde unas isobaras invisibles trazan imaginarias fronteras administrativas que nos separa de otros países, por los que también deberíamos poder pasear sin sentirnos ajenos. Habitamos un espacio solo por casualidad y deberíamos aprender a huir del patriotismo de postal que nos ata a la tierra que otros defienden con ese ardor patriótico novelesco, extraviado, inútil y castrador.

Dicen que patriotismo es creer que nuestro país es superior a todos los demás solo porque nosotros nacimos allí. Aquí también algunos se dan golpes de pecho con ardoroso frenesí y quieren imponer que todos los ciudadanos de este país sean, además de eso, patriotas, invadiendo esa intimidad que nos les pertenece, que es el corazón. Un país no es una patria. Todo lo más un trozo de piel donde conviven ciudadanos con sus patrias chicas.
El economista inglés Henry George se preguntaba cómo se puede decir a un hombre que tiene patria cuando no tiene derecho a una pulgada de su suelo. Es una buena pregunta para todos. Para los que quieren conquistar la independencia y para quienes la frenan, ambos con idéntico ardor patriótico. A ver donde tenemos asiento quienes solo ejercemos de ciudadanos y nunca conseguimos billete en preferente.