Toda la historia del mundo es la historia
de la libertad, defendía Albert Camus. Dice Esperanza Aguirre que la Thatcher y
Churchill son los políticos europeos que más han hecho por la libertad en el
siglo XX. Especialmente Margaret, que exaltó y abrazó al dictador Pinochet como
el arquitecto de la democracia chilena –dijo textualmente-, desvelando así su contaminada
y controvertida percepción del concepto.
Aguirre bucea en el error de equiparar la libertad al liberalismo siempre, por supuesto, desde el punto de
vista económico, no civil. Que es lo que de verdad abanderan y defienden
quiénes para ser libres, combaten la libertad de los demás.
Lo que hizo Thatcher como precursora del
neoliberalismo más despiadado, fue hacer más ricos a los ricos, y más pobres a
los pobres que, como escribió Voltaire, ‘en todas partes son siervos’. Dinamitar
sindicatos, privatizar y recortar. Sacrificar ciudadanos en aras de un futuro
incierto, que para colmo ha devenido en fracaso.
La errática circunstancia de que fue
aliada del actor Ronald Reagan, quien trató de compartir sus brutales recetas
económicas y sociales y que podría ostentar el disputado honor de ser el peor
presidente que haya padecido Estados Unidos, no ayuda a quiénes se esfuerzan en
evocar una prestigiosa biografía de una dirigente sin un ápice de sensibilidad,
que es el ingrediente más ineludible en política.
El feroz pragmatismo capitalista del liberalismo
Thatcher, que exalta Aguirre, nos ha conducido a donde estamos, por mucho que
algunos aún lo aplaudan. A que el estado sea una mera marioneta de los mercados
financieros, y de la avaricia de quienes los controlan. Con la receta de la
insensible dama de hierro nadie defenderá a los más débiles de la desigualdad y
de la injusticia.
En realidad, como enunció Marx, la libertad
ha existido siempre, pero unas veces como privilegio de algunos, y otras veces
como derecho de todos. Pero no tiene nada que ver con el liberalismo que, como
criticó Amiel, es una abstracción, porque cree posible la libertad sin individuos
libres.
Qué pequeña es la luz de los faros de
quien sueña con la libertad, canta Sabina.